sábado, 19 de mayo de 2012

Un mar de lágrimas


Mama busca…”Mantener el autocontrol en un mar de lágrimas”

Cuando tus hijos deciden que la tarde será un mar de lágrimas, mantén el autocontrol…1,2,3 y respira, otra vez 1,2,3 y respira...

No sabes bien el porqué pero de repente uno empieza a llorar, se le ha acercado una mosca y no le gusta, lo consuelas y dices que no pasa nada: “Fuera mosca, fuera mosca.” Ya está aquí Mama para hacer millones de movimientos rápidos con la mano, en medio de la calle, y conseguir que la pobre mosca que ya hace cinco minutos que se ha marchado, se vaya a China.

El llanto bajo de fondo sigue, le preguntas “¿qué pasa ahora?”, es que su hermano le ha querido dar la mano y no le apetece, le dices al hermanito 2, que aún por suerte parece tener un buen día que deje de “tocar las narices” del otro, obviamente lo explicas de una manera didáctica y amable.

Mal, la cosa va a peor, ahora el hermanito 2 que ve como el hermanito 1 sigue y sigue llorando decide, por un proceso de adaptación al entorno, simple y llanamente, que también debe llorar. Aún mantienes la tranquilidad y vuelves a preguntar “¿qué pasa, ahora?” al hermanito 2, este no sabe que contestarte, tú lo achacas a que es pequeño y aún no sabe expresarse bien.

Llegas a casa, después de un recorrido que te ha parecido como el de la Tierra a Marte, con dos hijos deshechos en lágrimas. Tiene que haber una solución. “¿Por qué no jugamos a los animales, o pintamos, o nos disfrazamos? ¿Queréis ir al parque?” Propones de todo y más y siempre manteniendo el autocontrol, 1,2,3 y respira, otra vez 1,2,3 y respira... No funciona, ahora todo molesta, duele, etc…

Empiezas a perder el control…En este momento te olvidas de que educar es tener paciencia, sobre todo.

1º Adquieres el papel de Super Nanny – mientras lloréis no os haré caso. El llanto conjunto sigue y en algún momento se intensifica, tú sigues ahí dura y firme, al cabo de unos cuantos minutos, que te han parecido horas, el tema no remite.

2º Ahora has leído todo sobre educar con cariño – intentas comprenderles. ¿Qué os pasa? Mama está aquí. Es verdad que parece ser que este método iba por buen camino, hasta que Mama se tiene que levantar para empezar a hacer la cena y los diez minutos que has tenido de receso, se transforman en llantos irremediables, ya que otra vez Mama, no puede cocinar con un niño en brazos y el otro cogido a la pierna que están enfadados con el día.

3º Empiezas a parecerte a las monjas de los internados – Amenazas con dar “un cachete” en el culo de cada uno si no paran ya de llorar sin motivo alguno, que Mama tiene que hacer la cena.

Y de repente antes de que pierdas completamente el autocontrol y empieces a suplicar y llorar con tus hijos, se abre la puerta… Llega Papa… Y entonces vez como le dejas con tus adorables hijos, que han hecho que tu tarde fuera un prueba casi infranqueable de amor de madre. Coges a tu cuerpo y mente acechados por el llanto de horas y los metes juntos en una bañera que has preparado, y has merecido, y no salgas hasta haber recuperado el autocontrol, que seguramente será cuando Papa haya puesto vuestros hijos en la cama.

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