Mama
busca…”Mantener el autocontrol en un mar de lágrimas”
Cuando tus
hijos deciden que la tarde será un mar de lágrimas, mantén el autocontrol…1,2,3
y respira, otra vez 1,2,3 y respira...
No sabes bien
el porqué pero de repente uno empieza a llorar, se le ha acercado una mosca y
no le gusta, lo consuelas y dices que no pasa nada: “Fuera mosca, fuera mosca.”
Ya está aquí Mama para hacer millones de movimientos rápidos con la mano, en
medio de la calle, y conseguir que la pobre mosca que ya hace cinco minutos que
se ha marchado, se vaya a China.
El llanto
bajo de fondo sigue, le preguntas “¿qué pasa ahora?”, es que su hermano le ha
querido dar la mano y no le apetece, le dices al hermanito 2, que aún por
suerte parece tener un buen día que deje de “tocar las narices” del otro,
obviamente lo explicas de una manera didáctica y amable.
Mal, la cosa
va a peor, ahora el hermanito 2 que ve como el hermanito 1 sigue y sigue
llorando decide, por un proceso de adaptación al entorno, simple y llanamente,
que también debe llorar. Aún mantienes la tranquilidad y vuelves a preguntar “¿qué
pasa, ahora?” al hermanito 2, este no sabe que contestarte, tú lo achacas a que
es pequeño y aún no sabe expresarse bien.
Llegas a casa,
después de un recorrido que te ha parecido como el de la Tierra a Marte, con
dos hijos deshechos en lágrimas. Tiene que haber una solución. “¿Por qué no
jugamos a los animales, o pintamos, o nos disfrazamos? ¿Queréis ir al parque?” Propones
de todo y más y siempre manteniendo el autocontrol, 1,2,3 y respira, otra vez
1,2,3 y respira... No funciona, ahora todo molesta, duele, etc…
Empiezas a
perder el control…En este momento te olvidas de que educar es tener paciencia,
sobre todo.
1º Adquieres
el papel de Super Nanny – mientras lloréis no os haré caso. El llanto conjunto
sigue y en algún momento se intensifica, tú sigues ahí dura y firme, al cabo de
unos cuantos minutos, que te han parecido horas, el tema no remite.
2º Ahora has
leído todo sobre educar con cariño – intentas comprenderles. ¿Qué os pasa? Mama
está aquí. Es verdad que parece ser que este método iba por buen camino, hasta
que Mama se tiene que levantar para empezar a hacer la cena y los diez minutos
que has tenido de receso, se transforman en llantos irremediables, ya que otra
vez Mama, no puede cocinar con un niño en brazos y el otro cogido a la pierna
que están enfadados con el día.
3º Empiezas a
parecerte a las monjas de los internados – Amenazas con dar “un cachete” en el
culo de cada uno si no paran ya de llorar sin motivo alguno, que Mama tiene que
hacer la cena.
Y de repente
antes de que pierdas completamente el autocontrol y empieces a suplicar y
llorar con tus hijos, se abre la puerta… Llega Papa… Y entonces vez como le
dejas con tus adorables hijos, que han hecho que tu tarde fuera un prueba casi
infranqueable de amor de madre. Coges a tu cuerpo y mente acechados por el
llanto de horas y los metes juntos en una bañera que has preparado, y has
merecido, y no salgas hasta haber recuperado el autocontrol, que seguramente
será cuando Papa haya puesto vuestros hijos en la cama.
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